MES DE MARÍA, DÍA 21


 

DÍA 21: Guadix: ¡era su Hijo!



En 1808 el ejército napoleónico entró en la pequeña localidad de Guadix. Alarcón relata algunos sucesos ocurridos en su pueblo. Éste entre otros:

"El general recibe noticias de boca del jefe de la expedición.

 ¿Cuántos prisioneros traen? Le pregunta. ¡Necesitamos ahorcarlos para que escarmienten los demás pueblos del partido!

 Sólo traigo dos: un viejo y un muchacho ¡En toda la villa no encontré más enemigos! responde el jefe bajando los ojos.

Entonces el general no puede menos de admirar la actitud verdaderamente antigua, clásica, espartana de aquellos montañeses. Pero con todo, insiste en que sean ahorcados los dos débiles prisioneros... Nuestros padres nos han referido muchas veces de aquella ejecución... Pero nosotros la contaremos rápidamente... Son de índole demasiado feroz para que la pluma se detenga en su relato. Ataron una soga al cuello del niño, y lo arrojaron desde un mirador de la casa del ayuntamiento a la plaza mayor del pueblo. Rompiose la soga, que sin duda era vieja, y el niño cayó contra el empedrado. Anudaron la parte rota, tornaron a subir a la pobre criatura, colgároslo de nuevo, y la soga se volvió a romper.

El niño quedó en el suelo sin poder moverse. No había muerto, pero todas sus costillas se habían roto. Entonces un oficial de dragones, conmovido al mirar que se pensaba en colgarlo por tercera vez, llegó hasta el infeliz... y le deshizo la cabeza de un pistoletazo. Saciada de este modo, al menos por aquel día, la ferocidad de los vencedores, se dignaron perdonar al anciano enfermo, el cual había presenciado toda la anterior escena acurrucado al pie de una columna, esperando a que le llegase su vez de ser ahorcado.

Le dieron, pues libertad, y el pobre viejo salió de la plaza corriendo y tambaleándose, y tomó el camino de su pueblo, donde murió de tristeza aquella misma noche.

¡El niño asesinado... era su hijo!" ¡Pobre niño y pobre viejo!

Quizá hemos podido acostumbrarnos al drama de la cruz ¡Ver sufrir a Jesucristo en su pasión y su muerte tan violenta. Y ¡pobre María! Cuánto sufrimiento ver a su hijo maltratado y verlo morir en condiciones infrahumana y humillante en medio de dos delincuentes. Quizá durante la Cuaresma y en especial en Viernes Santo, hemos sentido compasión por Jesús,
o conmovidos al ver la película la Pasión de Cristo. Es posible que actualmente conozcamos madres  que sufren por un hijo enfermo, drogadicto o feminicida. ¡Danos tu fortaleza María! para sobrellevar la vida con  sus adversidades. Que no me acostumbre a ver sólo crucifijos e ignore la cruz de otros; que no me acostumbre a vivir la Misa como si allí no ocurriese nada, como si nadie sufriese en ella. Ayúdame a ser generoso y a sentir  la necesidad de acercarme con frecuencia a la Santa Misa y servirme el banquete preparado por el mismo Jesucristo!

Continúa hablándole con tus palabras un rato.

Adaptado del texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)

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