“QUE APRENDA TU CORAZÓN A TENER COMPASIÓN POR BOLIVIA”

Jesús, en el momento de su Ascensión, antes de partir, no se va dejando poder terrenal ni ambiciones personales. Al contrario, entrega a sus discípulos una misión: “Ustedes son testigos de estas cosas” (Lc 24,46-53). Y luego, bendiciéndolos, es elevado ante sus ojos. Él se eleva al cielo, no para abandonar, sino para enviar desde lo alto la fuerza del Espíritu Santo. Un espíritu que no divide, que no busca el protagonismo humano, sino que une, fortalece y da sentido a la misión de llevar esperanza a todos los pueblos, comenzando “desde Jerusalén” … o desde Bolivia…

Así como los discípulos se quedaron mirando al cielo hasta que los ángeles les dijeron: ¿Qué hacen ahí mirando al cielo? (Hch 1,11), también nosotros somos llamados a bajar la mirada para encontrarnos con el rostro concreto del hermano boliviano: el que sufre, el que tiene hambre, el que ha perdido la esperanza, al ciudadano de a pie convertido en  espectador donde se le vulnera sus derechos, sin respetar que la democracia se construye con la voz de cada boliviano.

La Ascensión del Señor no es sólo un hecho del pasado. Es un llamado del presente. Jesús asciende, sí, pero también nos recuerda: "Sigan, no se queden mirando al cielo sin actuar en la tierra.

Y al contemplar esta escena, hoy miramos a nuestra patria Bolivia.

Así también, nosotros, como pueblo boliviano, estamos llamados a mirar al cielo a tener esperanza, a vivir con fe, a confiar en Dios, pero con los pies firmemente puestos en nuestra patria. Una tierra herida, hermosa, rica en culturas y paisajes, pero también marcada por la injusticia, la división, la pobreza y el dolor. Bolivia es un país que hoy sufre y son pocos los que levantan l voz.

Hoy, que aprenda tu corazón a tener compasión por Bolivia. Compasión que no es lástima, sino decisión activa de amar, de sanar, de construir. Que cada palabra, cada gesto, cada voto emitido, cada oración, sean signos de que seguimos siendo testigos del Resucitado, en un país que clama por justicia, por paz y por verdad.

Hoy, más que nunca, el pueblo boliviano necesita líderes con espíritu de servicio, no con hambre de poder. Necesita cristianos comprometidos con el bien común, no con ideologías cerradas. Necesita hombres y mujeres con el corazón de Cristo, capaces de bendecir, de elevar, de enviar luz a donde solo hay sombra.

Nos encontramos en plena etapa electoral, donde muchos de los actores políticos parecen más preocupados por alimentar sus egos que por escuchar el clamor del pueblo. En vez de unidad, vemos fragmentación; en vez de propuestas, insultos; en vez de servicio, luchas de poder. Bolivia necesita líderes con corazón de pueblo, con espíritu de servicio, con compasión.

Y en este contexto, el Evangelio de Lucas (24,46-53) nos ofrece una luz.

"Que aprenda tu corazón a tener compasión por Bolivia"

En esta Bolivia que clama por justicia, por paz y por verdad, ser testigos del Resucitado significa “Trabajar por la unidad, no por el enfrentamiento. Luchar contra la corrupción, no acostumbrarnos a ella. Elegir líderes honestos y coherentes, no por conveniencia, sino por compromiso ético”.

Que la Ascensión del Señor no nos eleve hacia una espiritualidad lejana, sino que nos impulse a ser testigos activos de su Reino aquí y ahora. En nuestra Bolivia, que necesita más testigos que discursos, más samaritanos que jueces, más servidores que caudillos.

Y que nuestra oración diaria sea compromiso. Orar, sí, pero también actuar, porque la fe sin obras está muerta.

“Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

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