PUBLICACIÓN 1: OPINIÓN PERSONAL CON ENFOQUE DESDE EL PROCESO FAMILIAR Y DE LA CONCILIACIÓN.

Dividido en tres publicaciones.

 Cuando se rompen las reglas, también se rompe la confianza:

“Desde mi experiencia como abogada en materia familiar y especializada en conciliación, no puedo ignorar lo que está ocurriendo en el ámbito electoral...”

“Lo que aplicamos cada día en los conflictos familiares también debería aplicarse en los conflictos institucionales: respeto por las etapas, imparcialidad de conciliadores, árbitros y en este caso, vocales electorales, y compromiso con el acuerdo social...”

“Hoy más que nunca, Bolivia necesita una cultura de conciliación real: con normas firmes, autoridades protegidas, y procesos que no se destruyan por presiones”.

Como conciliadora paso mis días ayudando a personas a resolver conflictos complejos. En cada caso, hay algo que siempre repito: sin reglas claras y sin respeto por los tiempos, no hay acuerdo posible ni paz sostenible.

Veo con tristeza cómo el proceso electoral en Bolivia está siendo vulnerado. Anular etapas ya concluidas ignora principios como la preclusión. Es como retroceder en un juicio familiar solo porque el resultado no conviene. ¿Cómo confiar en un proceso así? Una sentencia ha anulado etapas ya concluidas en la elección judicial, ignorando principios fundamentales del derecho como la preclusión, que garantiza que una vez cerrado un momento del proceso, ya no puede repetirse ni anularse.

Cuando las reglas dejan de importar, se rompe la base de todo acuerdo posible, ya sea en una familia o en un país entero, donde actualmente nos encuentra en vilo.

La preclusión como garantía de paz procesal

En conciliación, un acuerdo implica tiempos y límites. Volver atrás rompe la confianza. Lo mismo ocurre con la preclusión electoral: garantiza que las reglas se respetan y las decisiones se mantienen.

 “Así como en un proceso conciliatorio el respeto a lo acordado es esencial para garantizar paz familiar, en un proceso electoral lo es para garantizar paz institucional y confianza ciudadana”.

El valor de la imparcialidad del árbitro

En conciliación, el rol del conciliador debe ser neutro, respetado y protegido. Si una de las partes presiona o amenaza al árbitro, el proceso se contamina y pierde legitimidad.

Eso mismo está ocurriendo con el Tribunal Supremo Electoral: ha sido desautorizado por otra instancia y expuesto a amenazas. Desde mi experiencia, puedo opinar sobre la importancia de proteger al facilitador del proceso, tanto en lo familiar como en lo nacional.

 “Cuando se ataca al árbitro, al conciliador o vocales electorales, no sólo se daña a una persona o institución: se daña el equilibrio del proceso entero. Y en el caso electoral, se pone en riesgo la democracia misma.”

Conciliación como cultura de respeto a las reglas

La conciliación busca que las partes lleguen a acuerdos sostenibles, pero sobre la base de reglas claras, voluntades legítimas y tiempos definidos. Bolivia necesita una cultura democrática más cercana a la conciliación: diálogo, firmeza de normas y resolución sin imposiciones.

 Mi rol como puente entre lo técnico y lo humano

Mi especialidad en materia familiar y experta en Conciliación, me permite traducir lo jurídico en algo que toca vidas reales. No es necesario usar tecnicismos: puedo mostrar cómo lo que sucede a nivel constitucional termina afectando la estabilidad emocional, social y hasta económica de las personas.

 “Cuando las reglas cambian a mitad del camino, no solo se daña una norma. Se daña la esperanza de millones que confiaban en un resultado justo. Lo sé, porque lo veo en cada familia que acompaño en procesos de conciliación: sin reglas firmes, nadie gana.”

La seguridad jurídica no es un detalle técnico: es el primer pilar de la paz. Es momento de mirar hacia adentro y cuidar lo esencial: nuestros hogares, nuestros vínculos y nuestros valores. Alzo la voz desde donde más importa: el corazón de la familia boliviana.

Bolivia vive un momento difícil: una crisis económica que golpea a las familias, una crisis social llena de polarización y una crisis electoral que siembra incertidumbre sobre nuestro futuro democrático.

Lo que vivimos hoy en Bolivia no es solo un conflicto político, es también una alerta social que impacta directamente en nuestros hogares.

Como abogada conciliadora, no puedo ser indiferente. La crisis política y la incertidumbre electoral no solo afectan a las instituciones, también golpean el corazón de nuestra sociedad: la familia.

Hoy más que nunca, debemos recordar que los conflictos no se resuelven con confrontación, sino con diálogo y respeto. La conciliación es más que una herramienta legal: es un camino de empatía, escucha y la búsqueda de una solución pacífica a través de la gestión de las emociones como el puente que transforma los conflictos en oportunidades.

Desde mi rol en el campo legal por más de 30 años, sigo apostando por: La protección de los más vulnerables (niños, mujeres, adultos mayores). La mediación como puente para resolver conflictos sin destruir vínculos. Y el fortalecimiento de los lazos familiares como base de una sociedad más justa y solidaria.

No soy experta en derecho constitucional, pero como ciudadana y profesional del derecho, sé que ninguna elección o crisis política puede estar por encima de la paz y la dignidad humana.

Invito a mis colegas, a las familias, a las autoridades y a cada boliviano y boliviana a que recordemos que el cambio empieza en casa, en cómo resolvemos nuestras diferencias, en cómo cuidamos de los nuestros, y en cómo exigimos justicia, sin perder la humanidad.

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

ABOGADA CONCILIADORA

 

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