MENSAJE A LOS POLÍTICOS DE BOLIVIA, EN NOMBRE DEL SEÑOR JESÚS Y DE SU MADRE SANTÍSIMA.
A quienes
hoy ostentan o buscan el poder en Bolivia: este es un llamado urgente a
examinar el propósito de su actuar. Muchos de ustedes han dejado de escuchar la
voz del pueblo y, más grave aún, han dejado de escuchar la voz de Dios. Se han
desconectado de su voluntad y se han rendido ante los ídolos del poder y del
dinero, olvidando que el liderazgo no es un privilegio, sino una
responsabilidad sagrada.
¿Dónde está el amor al prójimo en sus decisiones?
¿Dónde está la justicia que protege al humilde, la verdad que guía al pueblo y
la compasión que refleja el rostro de Cristo?
¿No se han puesto a pensar que detrás del alza de los
precios de los artículos de primera necesidad hay hambre? ¿Que detrás de la
escasez de combustible hay desesperación, hay angustia, hay familias que no pueden
trabajar, que no pueden vivir?
¿Se han
olvidado que cuando se toman decisiones desde el egoísmo y la ambición, los más
pobres pagan el precio? Que por cada número que sube en las estadísticas, hay
un niño que no come, una madre que llora, un padre que no puede sostener su
hogar.
Hoy hablo en nombre de quienes no tienen voz. En
nombre del pueblo que sufre en silencio, que vive con dignidad a pesar del
abandono. Hablo por las familias que son descartadas como si no valieran nada.
Por los ancianos olvidados, los jóvenes sin oportunidades, porque no hay trabajo, los niños sin pan ni
futuro y la fuga de talentos que emigran buscando mejores oportunidades.
Hablo en
nombre del Señor Jesús, que no se sienta en tronos de oro sino que camina con
los humildes. Él, que lavó los pies de sus discípulos y nos dio un mandamiento
nuevo:
"Ámense los unos a los otros como yo los he amado" (Jn 13,34).
Ese amor no se expresa con discursos, sino con justicia, con verdad, con
compasión. ¿Dónde está ese amor en sus decisiones?
Y hablo
también en nombre de nuestra Madre Santísima, la Virgen María, que dijo un día:
"Derribó del trono a los poderosos y exaltó a los humildes. A los
hambrientos colmó de bienes y a los ricos despidió vacíos" (Lc 1,52-53).
Dios ve. Dios escucha. Dios no se burla. Cada acto de
injusticia tiene un eco eterno. ¿Qué le dirán al Señor cuando les pregunté: "Tuve
hambre y no me dieron de comer"? ¿Qué le dirán cuando el juicio no
sea de urnas, sino de alma?
Ya es hora de volver al pueblo. Ya es hora de volver a
Dios. Que su Espíritu les despierte la conciencia, y que puedan gobernar no con
ansias de poder, sino con el amor que salva y dignifica.
Bolivia no necesita líderes que se sirvan del poder,
sino servidores que vivan el poder del amor. Recuerden que todo lo que hagan en
la oscuridad será revelado a la luz, y que cada acción será juzgada no por
encuestas ni aplausos, sino por Aquel que conoce los corazones.
Vuelvan su
mirada a Dios. No al dios del poder ni al dios del dinero, sino al Dios vivo,
al Dios de la justicia y de la misericordia. Solo cuando se gobierna con el
corazón abierto a su voluntad, se puede construir un país verdaderamente digno
y en paz.
“Que el
Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”
Tu amiga
Mirtha
Villarroel de Rocha
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