¿QUIÉN FUE ELENITA DEL CASTILLO?  

Tuve el privilegio de conocer a Elenita del Castillo hace 40 años, cuando ella dedicaba su tiempo a buscar a los enfermos para orar por ellos, y yo fui una de las afortunadas en recibir su apoyo porque tocó mi puerta y abrió para mí la puerta de su corazón.

En ese momento, atravesaba mi primera lucha contra el cáncer de mama, y su cercanía y obras de misericordia fueron incondicionales. Desde entonces, un amor maternal nació hacia ella, y siempre me he considerado favorecida por su amistad y compañía en ese recorrido que hicimos juntas desde entonces, para estar al servicio al prójimo.

Posteriormente Elenita nos unió en la oración y la acción, ella por delante, acompañadas con Charito Balanza, tres personas que nos preocupamos inicialmente por recaudar fondos para hacer posible en Tarija, con la ayuda de Dios, el primer trasplante de riñón, y seguir las obras con los enfermos con cáncer y fue así que formamos el GRUPO MARIANO para llevar a la Virgen a los hogares, propagar el rezo del Rosario o enseñar a rezar. Durante ese caminar se unieron Máxima Zenteno (+) con sus hijitas Silvia y Carmen, Alcira Gareca (+) y su nieta Mairita hija de Charito, Irma de Villarroel (+) mi mamita, era un grupo reducido pero caminante y orante.

 Muere Elenita, pero dejó su huella profunda y el grupo siguió animado visitando domicilios, ayudando a la gente según las posibilidades y se cortan las visitas con la Pandemia del COVID-19, pero como la Virgen María le encanta la oración, devoción y las alabanzas, puso a nuestro alcance la tecnología y ese grupo continúa rezando Vía Zoom desde hace cinco años.     

Elenita siempre fue SAL DE LA TIERRA fue una cristiana que por donde caminaba generaba un impacto positivo en los demás y mostraba el amor de Dios en sus acciones y palabras. Fue una discípula que irradiaba LUZ PARA EL MUNDO y su claridad y guía siempre nos iluminó, mostrando el camino de la fe, la esperanza y el amor en medio de muchas necesidades a las cuales ella estaba presente en lo espiritual, moral y materialmente para quien acudía a ella. Y esa luz desde el cielo llega a todos los que nos consideramos sus hijos e hijas de corazón.

¿Quién no conoció a Elenita del Castillo?. Una mujer que buscó la santidad con sus constantes y desinteresadas obras de caridad. Ayuda inmediata sin esperar nada a cambio. No eran acciones esporádicas, sino una entrega total al Señor, vivida con amor y devoción. Imaginar a una persona que, durante 50 años consecutivos, visitó a los privados de libertad, llevando paz, consuelo, alimentos y vestimenta a aquellos que lo necesitaban.

Estoy segura de que, por su vida ejemplar, su entrega al servicio y su inquebrantable amor al prójimo, Dios la tiene en un lugar privilegiado. Supo llenar su pasaporte aquí en la Tierra con las obras de misericordia para que prevalezcan en la eternidad.

Hoy, 10 años después de su partida, su legado sigue vivo en María Eugenia Bertram del Castillo de Zambrana, su única hija, considerada por mí, mi hermanita pequeña como yo le digo, ella actualmente sigue los pasos de su madre, cuyo ejemplo de fe y servicio le sigue infundiendo con su entrega incondicional también a los privados de libertad en Morros Blancos.

¡Que Elenita goce del resplandor eterno que sólo Dios puede dar a aquellos que le son fieles!

Siempre vivirás en mi corazón amada Elenita.

Acoge este mensaje María Eugenia, sabes que te quiero mucho y me siento feliz de saber y verte en ajetreos para servir al prójimo.

¡Que el Señor te bendiga y la Virgen te proteja!

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 


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