"LO QUE DIOS UNIÓ QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE", PROVIENE DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS 10,9

Este versículo está en el contexto de una conversación de Jesús con los fariseos sobre el divorcio. Ellos le preguntan a Jesús si es lícito que un hombre se divorcie de su esposa, a lo que Él responde que, desde el principio, Dios creó el matrimonio como una unión indisoluble entre el hombre y la mujer. Jesús remite a la creación, citando el libro del Génesis, en el que Dios creó al hombre y a la mujer para que fueran una sola carne (Génesis 2,24).

Cuando dice "lo que Dios unió que no lo separe el hombre", Jesús afirma que el matrimonio es un acto sagrado y que, aunque la ley mosaica permitió el divorcio en ciertas circunstancias, el ideal de Dios es que el matrimonio sea para toda la vida. El compromiso con el otro en matrimonio es una alianza que no debe ser deshecha por decisiones humanas.

Y nos invita a reflexionar sobre la seriedad y la santidad del matrimonio. El matrimonio no es sólo una institución civil o social, sino un vínculo que, según la fe cristiana, tiene un origen divino. La unión de marido y mujer en matrimonio es vista como un reflejo del amor de Dios por su Iglesia: inquebrantable, fiel y eterno.

El mensaje de Jesús sobre el matrimonio nos invita a reflexionar sobre el respeto, la entrega y el sacrificio mutuo en las relaciones. En una sociedad donde los compromisos son a menudo temporales, este pasaje nos llama a fortalecer los vínculos y vivir el amor como algo duradero. El matrimonio, según la visión cristiana, no es un contrato, sino una alianza que debe ser cuidada con la gracia de Dios, superando las dificultades con amor verdadero y comprometido.

El tema del divorcio es profundamente doloroso tanto para los adultos involucrados como, especialmente, para los niños. Desde una perspectiva cristiana, el divorcio no es el ideal, ya que va en contra del propósito divino del matrimonio, que es una unión permanente entre un hombre y una mujer. Los divorcios ocurren por diversas razones, y el sufrimiento asociado con ellos, es un asunto delicado y complejo.

El impacto del divorcio en los hijos puede ser devastador. Los niños no sólo experimentan la pérdida de la familia tal como la conocían, sino que también pueden enfrentar una serie de emociones complejas: tristeza, ira, inseguridad, confusión y miedo. A menudo, los niños sienten que su mundo se derrumba porque no entienden completamente las razones detrás de la separación de sus padres.

En muchos casos, la ruptura de un matrimonio puede ser vista como una tragedia personal, especialmente si los niños están involucrados, ya que ellos son los que más sufren las consecuencias emocionales de esta situación.

Jesús enseñó que el perdón y la reconciliación son esenciales en el matrimonio. El adulterio no destruye el valor del matrimonio, y siempre se invita a restaurar la relación si ambos están dispuestos a sanar.

La gracia de Dios está disponible para quienes buscan sanación, ya sea a través del perdón o al aceptar la nueva realidad tras un divorcio.

La Iglesia ofrece apoyo a quienes han pasado por un divorcio, brindando la oportunidad de encontrar amor, paz y redención.

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

 Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

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