REFLEXIÓN: LOS PLANES DE DIOS NO SON LOS NUESTROS, PERO LOS NUESTROS NOS ACERCAN A DIOS.

La idea de que "los planes de Dios no son los nuestros, pero los nuestros nos acercan a Dios" es una reflexión profunda sobre el misterio de la voluntad divina y cómo interactuamos con ella. Este pensamiento refleja una verdad bíblica importante: aunque nuestros planes y deseos humanos no siempre coinciden con los de Dios, es a través de nuestras decisiones y aspiraciones que Él nos guía, nos moldea y nos acerca más a Él, siempre que estemos dispuestos a entregarlos y confiar en su soberanía.

Los planes de Dios son más altos que los nuestros

La Biblia nos enseña claramente que los planes de Dios son perfectos y a menudo superan nuestra comprensión limitada. En el libro de Isaías 55,8-9 Dios mismo nos recuerda que: Aunque a veces nos enfrascamos en lo que creemos que es mejor para nuestras vidas, Dios tiene una perspectiva eterna y perfecta que siempre busca nuestro bien, aunque no siempre lo entendamos en el momento. La soberanía de Dios implica que, aunque nuestros planes puedan ser buenos, siempre estarán limitados por nuestra humanidad, mientras que los de Dios están fundados en su amor y sabiduría infinitos.

Nuestra voluntad y nuestros planes nos acercan a Dios

A pesar de que nuestros planes no siempre coinciden con los de Dios, el deseo de planificar y actuar es parte de lo que significa ser humano. Dios nos ha dado el libre albedrío, la capacidad de tomar decisiones y trazar caminos en nuestras vidas. Y aunque es cierto que nuestros planes no siempre son perfectos, cuando ponemos esos planes bajo la voluntad de Dios, ellos pueden servir como una forma de acercarnos a Él. La disposición a entregar nuestros planes a Dios y confiar en que Él dirigirá nuestros pasos es una forma de crecer en fe y humildad. La Escritura nos anima a presentar nuestras decisiones y planes a Dios, confiando en su dirección. Proverbios 3,5-6 "Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia; Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas."

La obediencia a Dios nos acerca a Él

En Lucas 22,42 en el Monte de Getsemaní, cuando su humanidad luchaba con lo que se venía (la cruz), Jesús oró diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya."

En este momento, Jesús no solo entregó sus planes humanos, sino que mostró la actitud de obediencia total a la voluntad de su Padre, incluso cuando esa voluntad implicaba sufrimiento. Este acto de entrega nos enseña que obedecer a Dios, incluso cuando no entendemos por completo sus planes, nos acerca a Él y nos transforma en su imagen. La obediencia a los planes de Dios nos lleva a un proceso de transformación en nuestra vida, en el cual nuestros planes se alinean con su voluntad. Jesús mismo nos dio el ejemplo más perfecto de cómo someter nuestros planes a la voluntad de Dios, especialmente en momentos difíciles.

A veces los planes de Dios nos sorprenden

Los planes de Dios no siempre son como los esperamos, y a veces no se parecen en nada a lo que habíamos imaginado. Sin embargo, es en esos momentos cuando vemos más claramente la fidelidad y el amor de Dios. En la vida de personajes bíblicos como Abraham, Moisés, José, y David, vemos que Dios les guió por caminos que no entendían, pero cada uno de esos caminos fue una forma en la que su fe en Él fue fortalecida y su relación con Él se profundizó.

Un claro ejemplo es la vida de José, quien, tras ser vendido como esclavo por sus hermanos y pasar por momentos de injusticia y sufrimiento, finalmente reconoció que Dios había tenido un propósito en todo eso, incluso en lo que parecía ser un destino difícil. 

Génesis 50,20 dice: “Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo pensó para bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a muchos pueblos" Este pasaje muestra que, aunque los planes de Dios no siempre son los nuestros y pueden implicar pruebas, ellos siempre son para nuestro bien y para su gloria. Dios usa nuestros planes y nuestras decisiones, incluso cuando no entendemos, para acercarnos a Él y cumplir sus propósitos más grandes.

La clave es recordar que, aunque nuestros caminos no siempre sean los de Dios, Él usa nuestras decisiones y planes para llevarnos más cerca de Él, transformándonos y haciéndonos más como Cristo. Confiar en que Él sabe lo que es mejor para nosotros es el primer paso para que nuestras vidas reflejen Su voluntad. Y, al final, no se trata de lo que logramos o planeamos, sino de cómo Dios transforma nuestros corazones a través de todo lo que vivimos.

En Romanos 8,28 "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien; esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

Este pasaje bíblico nos recuerda que, aunque nuestros planes no siempre coincidan con los de Dios, Él usa todas las circunstancias de nuestra vida para bien, y siempre nos llama a acercarnos más a Él en el proceso de salvación.

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

 

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