¡EL QUE ESCUCHA LA PALABRA Y LA ENTIENDE, ESE DARÁ FRUTO! DEL EVANGELIO DE SAN MATEO 13,16-17

  “Pero felices ustedes, los que tienen ojos, porque ven; y los que tienen oídos, porque oyen” “Les aseguro que muchos profetas y justos han deseado ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron."

 En este pasaje, Jesús está subrayando la bendición y la fortuna de los discípulos al tener la capacidad de entender las enseñanzas del Reino de los Cielos. Destaca que, aunque muchos profetas y justos a lo largo de la historia anhelaron tener esa revelación y no la obtuvieron, los discípulos sí tienen el privilegio de escuchar y comprender el mensaje divino directamente a través de Jesús.

 REFLEXIÓN

 Cuando Jesús nos dice: “Felices ustedes, los que tienen ojos, porque ven; y los que tienen oídos, porque oyen”. Estas palabras están cargadas de profundidad y significado, invitándonos a reflexionar sobre la riqueza y el valor de la revelación espiritual que hemos recibido.

 En un mundo lleno de distracciones y ruido, tener la capacidad de ver y oír lo que realmente importa, es un regalo inmenso. A través de la historia muchos han buscado la verdad y han anhelado entender los misterios de Dios, pero no siempre han tenido la oportunidad de recibir esa revelación completa. Hoy, Jesús nos asegura que somos afortunados al tener la capacidad de comprender sus enseñanzas y experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas.

 Este pasaje nos invita a estar agradecidos por la claridad y la luz que Dios nos ha dado. No sólo debemos reconocer esta bendición, sino también actuar en consecuencia, a compartir la verdad con los demás y a permitir que nuestra vida refleje la luz que hemos recibido.

 La afirmación de Jesús nos desafía a vivir con un propósito renovado. Al comprender las verdades del Reino de los Cielos, somos llamados a ser agentes de cambio en nuestro entorno.

 ¿Cómo podemos aplicar esta verdad a nuestra vida diaria?

 En nuestra vida cotidiana, a menudo estamos atrapados en la rutina, las preocupaciones y las distracciones que nos rodean. Este pasaje nos recuerda la bendición de tener ojos para ver y oídos para oír las enseñanzas de Jesús.

 En medio de nuestras actividades diarias, es fácil olvidar lo especial que es poder discernir la verdad y recibir guía espiritual. Tomemos tiempo cada día para agradecer a Dios por esta comprensión y buscar maneras de aplicarla en nuestras acciones.

 Cada día presenta oportunidades para vivir de acuerdo con la verdad que hemos recibido. Ya sea en el trabajo, en la familia, en nuestras amistades o en nuestra comunidad, podemos elegir vivir con integridad, amor y justicia.

 Nuestro entendimiento espiritual no debe limitarse a la teoría; debe transformarse en acción. Practicar una escucha activa y reflexiva en nuestras interacciones nos ayuda a ser más conscientes de cómo nuestras palabras y acciones afectan a los demás. Al escuchar con el corazón abierto y responder con empatía, podemos ser un reflejo del amor y la verdad de Dios.

 La bendición de comprender el mensaje de Jesús no es sólo para nuestro beneficio, sino también para compartir con los demás. Busquemos maneras de ser testigos de la esperanza y la verdad que hemos recibido, a través de nuestras acciones, nuestras palabras o nuestro apoyo, podemos ayudar a otros a experimentar el amor de Dios.

 El entendimiento espiritual nos llama a ser agentes de cambio en nuestro entorno. Identificar áreas donde podemos hacer una diferencia positiva, en la lucha por la justicia, en el apoyo a los necesitados o en la promoción de la paz, es una forma de vivir la fe en acción.

 Al aplicar estos principios a nuestra vida diaria, no solo vivimos de acuerdo con la comprensión que tenemos, sino que también permitimos que esa comprensión transforme nuestra manera de ser y de relacionarnos con el mundo.

 En cada interacción y en cada decisión, que la luz de nuestra fe guíe nuestro camino y nos impulse a vivir con propósito y amor.

 ¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

 Tu amiga

 Mirtha Villarroel de Rocha

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