REFLEXIONES SOBRE LA FORTALEZA DESPUÉS DE LA PASCUA"

Durante la Semana Santa, todos sabemos, que es una época muy intensa, tanto para los sacerdotes como la misma congregación de fieles. Pude observar la participación de muchas personas mayores en los actos y ceremonias en esos días. Reconociendo y partiendo de mi persona, la serie de desafíos particulares tanto físicos como emocionales que podemos enfrentar los adultos mayores, al participar en los eventos y actividades asociadas con la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Especialmente considerando la duración de cada acto religioso y la carga emocional de esta semana que es tan importante en la tradición cristiana.

Y me puse a reflexionar sobre la fortaleza que hemos tenido en momentos especiales como es la Semana Santa y la Pascua de Resurrección, hasta me pregunté si podremos mantener esa fortaleza en el futuro. Reconociendo que la vida está llena de altibajos, y que es comprensible sentir incertidumbre sobre lo que nos depara por hacer más allá.

Sin embargo, la Pascua de Resurrección también nos recuerda la esperanza y la renovación. Es un momento para reflexionar sobre la capacidad de superar desafíos y renacer con nuevas fuerzas. Aunque los años pasen y enfrentemos dificultades, podemos encontrar fuerza en nuestra fe, en nuestras relaciones, para adaptarnos y crecer.

Es importante vivir cada día con gratitud, apreciando los momentos de fortificación y confiando en el Señor que nos dará la fuerza para afrontar lo que venga. El futuro puede ser incierto, pero podemos enfrentarlo con esperanza y determinación, sabiendo que tenemos dentro de nosotros expectativas llenas de fe, para encontrar el vigor necesario y superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

Es natural también que después de momentos de reflexión, sobre la Pascua de Resurrección, nos detengamos a considerar cómo mantener esa fortaleza en el futuro. Nos enfrentamos a la realidad de que los años pasan, y con ellos vienen cambios, desafíos y momentos de incertidumbre y hasta una enfermedad de por medio. La vida, como se dice, no está comprada; no podemos prever lo que nos depara el mañana, pero nos queda sólo la esperanza que tendremos la ayuda del Señor Jesús.

Sin embargo, la esencia misma de la Pascua nos recuerda la esperanza y la renovación personal.  Nos enseña que incluso en los momentos más oscuros, hay espacio para la luz y la restauración. A través de la fe, las relaciones significativas y nuestro propio conocimiento para adaptarnos y encontrar la fuerza para enfrentar cualquier desafío que surja.

Es vital recordar que la fortaleza no siempre se manifiesta de la misma manera. A veces, es una lucha interna silenciosa, mientras que otras veces es una acción audaz y valiente. La clave está en aprender a reconocer y cultivar esa fortaleza en todas sus formas, y en recordar que somos capaces de superar incluso las pruebas más difíciles cuando nos aferramos a la esperanza y la determinación basadas en la FE.

Así que, mientras miramos hacia el futuro, podemos hacerlo con una mezcla de humildad y confianza. Reconocemos la realidad de que la vida puede ser impredecible, pero también confiamos en nuestra capacidad para enfrentar lo que venga con coraje y humildad.

Cada día es una oportunidad para cultivar nuestra fortaleza interior y para recordarnos a nosotros mismos que, incluso en los momentos más desafiantes, siempre hay espacio para el crecimiento, la sanación y la esperanza.

¡Verdaderamente el Señor ha resucitado! ¡ALELUYA, ALELUYA!  

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

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