PARA LOS QUE VIVIERON LA SEMANA SANTA Y VIVIERON LA PASCUA DE RESURRECCIÓN, VIENE LA MISIÓN PARA LLEVAR LA BUENA NOTICIA, QUE EL SEÑOR ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO! "ALELUYA" "ALELUYA" 

Nuestra tarea es llevar la evangelización a los que no participaron de las celebraciones de la Semana Santa debido a compromisos vacacionales u otras actividades personales y que no pudieron participar.  Pero vamos por ellos y evangelicemos a los ausentes, llevando la buena noticia que el “Señor ha resucitado” ¡Aleluya, Aleluya!

Es importante recordar que el mensaje de la Resurrección es una invitación abierta para todos, y llevar esa buena noticia a quienes no pudieron estar presentes es una manera hermosa de compartir el amor y la esperanza que esta temporada trae consigo.

Alentemos a todos a ser portadores de esta gran noticia, recordándoles que la Resurrección no es solo un evento del pasado, o una semana intensa, sino una realidad viva y presente en nuestras vidas hoy. Que cada uno de nosotros, con nuestra propia experiencia de fe, pueda inspirar a otros a descubrir o redescubrir el significado profundo de la Pascua y el mensaje de amor y redención que trae consigo.

Pero hoy, en el resplandor de la Pascua, sentimos un llamado especial en nuestros corazones. Nos damos cuenta de que tenemos una misión importante: llevar la buena noticia de la Resurrección a aquellos que no estuvieron presentes para experimentarla. Debemos ir tras ellos con amor y compasión, compartiendo el mensaje de esperanza y vida que encontramos en Cristo resucitado.

En estos días de Pascua, hemos sido testigos de la gloriosa celebración de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Hemos contemplado cómo la luz ha vencido a la oscuridad, cómo la vida ha vencido a la muerte. Es un momento de profunda alegría y renovación espiritual para todos nosotros.

Hoy, en medio de nuestra alegría pascual, sentimos un llamado especial. Nos damos cuenta de que tenemos una misión: llevar la buena noticia de la Resurrección a aquellos que no pudieron experimentarla de primera mano. No se trata solo de compartir una historia antigua, sino de proclamar una verdad viva y poderosa que transforma vidas.

Así que levantémonos, hermanas y hermanos, y salgamos a llevar la luz de la Pascua a aquellos que aún no la han visto. Que nuestras palabras y acciones reflejen el amor y la esperanza que encontramos en Cristo resucitado. Que podamos ser testigos vivos de su poder redentor y su gracia abundante. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes del amor redentor de Cristo, y que nuestra labor de evangelización sea guiada por el Espíritu Santo.

Que no nos detenga la distancia ni el tiempo, porque el mensaje de la Resurrección trasciende todas las barreras. Ya sea a través de nuestras palabras, redes sociales, nuestras oraciones o nuestros actos de bondad, cada uno de nosotros puede ser un instrumento de la gracia de Dios.

Por lo tanto, vayamos con valentía y determinación, recordando las palabras del ángel en el sepulcro vacío, cuando dijo a las mujeres: "No teman, porque sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado" (Mateo 28, 5-6). ¡Aleluya, Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

Imaginemos el impacto que podríamos tener si cada uno de nosotros se comprometiera a ser un mensajero de la Resurrección, llevando consuelo a los que están lejos y proclamando con fervor la verdad de que ¡Cristo ha resucitado verdaderamente! Que nuestras palabras y acciones reflejen la alegría y el poder de esta verdad salvadora.

¡Que el espíritu de la Pascua nos llene de alegría y nos impulse a compartir la buena nueva del Señor resucitado con todos aquellos que nos rodean! ¡Aleluya, Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

 

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