REPASEMOS LA LECTURA DEL EVANGELIO DE MARCOS 1,21-28 (Ayer domingo).

Donde identificaremos dos conceptos muy importantes y aplicables a nuestra vida cotidiana.

La lectura bíblica narra el episodio en el cual Jesús expulsa a un espíritu impuro de un hombre en la sinagoga de Cafarnaún. En el relato, el espíritu impuro reconoce a Jesús y le pregunta: ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: “el Santo de Dios".

Al interpretar este pasaje en un contexto contemporáneo, se puede considerar que los "espíritus impuros" que nos agobian hoy en día, son de diferentes formas de maldad, el pecado, los vicios, desafíos espirituales y emocionales que afectan a las personas.

Como ser el egoísmo y materialismo, esa obsesión por el éxito de conseguir lo material y la acumulación de bienes que nos apartan de los valores espirituales y humanos.

Esas actitudes negativas hacia los demás, basadas en el odio, la discriminación o el prejuicio, pueden separarnos de la enseñanza de amor y compasión de Jesús.

Las adicciones a sustancias prohibidas, los comportamientos morbosos ante una tecnología que no discrimina al ser humano, pueden convertirse en fuerzas destructivas que nos alejan de una vida plena y conectada con lo divino. Esa misma tecnología, es buena,  cuando sabemos aprovechar y aumentamos los conocimientos, nos superarnos con nuevos emprendimientos, es buena  para crecer en la fe y pasar por este mundo dejando huellas positivas haciendo  el bien.

Otros espíritus inmundos son la indiferencia hacia el sufrimiento de los demás, con los que sufren enfermedades, falta de trabajo, los marginados por la sociedad, los niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo, como también se puede ser indiferentes hacia las necesidades espirituales que puede ser vista como un "espíritu impuro" que nos aleja de la compasión y la solidaridad.

Al enfrentarnos a estos desafíos, no tengamos miedo de decirle a Jesús ¿Qué quieres de nosotros? Esto implica un acto de humildad, reconocimiento de nuestras debilidades y una apertura a la guía y el amor divino. Buscar la ayuda de Jesús en nuestras luchas personales y colectivas puede ser un camino hacia la sanación y la transformación espiritual.

La oración, la reflexión y la práctica de los principios enseñados por Jesús son formas de acercarnos a Él y superar los obstáculos que nos impiden experimentar su amor y gracia.

“Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

 

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