“EXPERIENCIAS DE UNA AMIGA QUE LLEGÓ AL ASILO DE ANCIANOS POR CIRCUNSTANCIAS AJENAS A SU VOLUNTAD.

Es una historia real y de mucho aprendizaje contado por ella misma.

Una amiga mía experimentó una situación impactante cuando se vio impedida de caminar debido a la artrosis. La única solución viable era someterse a una cirugía de rodilla que implicaría la colocación de una prótesis. A pesar de las dificultades, encontró solidaridad en personas de su entorno. Aunque no recibió apoyo económico directo porque cuenta con un sueldo de maestra jubilada y recursos donde tiene un pequeño departamento en contrato de  anticrético que le permitieron costear la prótesis.

Después de un proceso extenso, finalmente fue operada por un destacado traumatólogo en su seguro de salud. Esta historia me impactó profundamente, ya que mi amiga es una mujer sola. Su única hermana, quien siempre la acompañaba, falleció durante la pandemia del Covid-19 y hasta hoy día no supera el duelo. Este relato destaca la importancia de cada persona y su única historia, mostrando cómo la solidaridad y ayuda de terceros pueden marcar la diferencia incluso en circunstancias difíciles.

Después de la operación y varios días de recuperación, mi amiga fue dada de alta. Sin embargo, surgió un dilema: no tenía a nadie que pudiera cuidar de ella en su departamento. La opción inmediata y acertada fue considerar el asilo de ancianos. A pesar de que al principio no lo cuestionó, era consciente de su situación: operada, con una prótesis y sin familia cercana.

Fue recibida con amor por las hermanitas a cargo del asilo, donde cientos de ancianos encuentran refugio, aún así teniendo familiares cerca. A lo largo de los días y meses, sometida a fisioterapia por un joven dedicado a la solidaridad, logró recuperar la movilidad en sus piernas. Mi amiga no sólo superó sus propias limitaciones, sino que también demostró sus habilidades como profesora de música. Contribuyó a aliviar la soledad de otros ancianos, destacándose en la conexión con personas que, ya sea por introversión o incapacidad de hablar, encontraban dificultades para comunicarse. Fueron momentos compartidos llenos de potencialidades que mi amiga jamás imaginó experimentar con estas personas y algo más, fue la reina de todos los ancianos el 2023, la verdad, es  muy atractiva.

Después de ocho meses en el asilo, hace dos semanas al verse notablemente mejorada en su salud y calidad de vida, tomó la decisión de abandonar el recinto. Aunque recibía una atención adecuada de las religiosas y no le faltaba nada, tenía una habitación agradable y muy limpia, como la atención personal que recibía de cada una de las hermanas, su alimentación adecuada, pero,  se sentía deprimida al enfrentarse a la realidad de otros residentes, algunos con graves problemas de salud, que los que estamos afuera de ese ambiente, no entenderemos el sacrificio, dedicación y entrega de las religiosas a cargo del asilo de ancianos.

A pesar de las dificultades que observaba, destacó la dedicación de las hermanas, siempre dispuestas a servir con vocación y entrega al prójimo. Lamentablemente, algunas personas residentes no valoraban adecuadamente este don de entrega y a menudo, las hermanas son maltratadas por aquellos que no reconocen su labor.

Mi amiga, a sus 86 años, compartió que esta experiencia le enseñó a ser más solidaria, empática y generosa. Aprendió a valorar la importancia de cuidar y apreciar a los demás, a pesar de las circunstancias difíciles que experimentan.

Rescató valores que pensaba haber perdido y ya no entra en conflicto consigo misma ni cuestiona mucho la pérdida de su hermana. Ahora, enfrenta la vida con amor y agradecimiento al Señor.

Aunque la historia es extensa, el mensaje clave es claro: no esperemos a estar enfermos para realizar cambios significativos en nuestras vidas ni para ofrecer ayuda. Debemos amar a nuestro prójimo sin importar su condición social, practicar las obras de misericordia con aquellos que lo necesitan, e incluso extender nuestro apoyo a las hermanas del asilo, ya sea con recursos económicos o con oraciones y puede ser un voluntariado.

El testimonio de mi amiga es un recordatorio conmovedor de la importancia del servicio incondicional al prójimo. Las hermanitas del asilo, sin escatimar esfuerzos y sin distinciones, han dejado una profunda huella en su vida. Que este relato inspire a todos a cultivar sentimientos de solidaridad, empatía y amor por el prójimo.

Recordemos que las obras de misericordia, pequeñas o grandes, pueden marcar la diferencia en la vida de quienes nos rodean. Aprendamos de estas lecciones y esforcémonos por hacer de nuestro entorno un lugar más compasivo y amoroso para todos.

“Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

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