CADA VEZ QUE ESCUCHAMOS LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR en Mc 4,1-20, debemos afianzar las lecciones significativas sobre la dinámica de la fe, la receptividad espiritual y la responsabilidad tanto de los que comparten el mensaje como de aquellos que lo reciben.
¿Quién es el sembrador?
En la parábola del sembrador, el sembrador es la
figura que representa a aquellos que comparten y proclaman la Palabra de Dios.
En el relato de Marcos 4,14, Jesús mismo identifica al sembrador como
aquel que siembra la palabra.
En otras palabras, el sembrador es alguien que comunica el mensaje del
Evangelio, la enseñanza de Jesús y el Reino de Dios. Esta enseñanza también es
relatada en los Evangelios de (Mateo 13,1-23) y (Lucas 8,4-15 que utiliza la
metáfora de la siembra para ilustrar cómo las personas responden al mensaje del
Reino de Dios.
Jesús comienza contando la historia de un sembrador
que salió a sembrar. Mientras sembraba, algunas semillas cayeron en diferentes
tipos de suelo: el camino, la tierra rocosa, entre espinos y en buena tierra.
Algunas semillas cayeron en el camino, donde las aves
las comieron inmediatamente. Jesús explica que estas son las personas que
escuchan la Palabra, pero Satanás viene y quita la semilla de sus corazones, y
no creen.
Otras semillas cayeron en tierra rocosa, donde
brotaron rápidamente pero no tenían raíces profundas. Cuando salió el sol, se
secaron porque no tenían suficiente tierra. Jesús dice que estas son las
personas que reciben la Palabra con entusiasmo, pero cuando enfrentan
dificultades o persecución, se alejan porque no tienen raíces profundas en la
fe.
Otras semillas cayeron entre espinos, que crecieron y
ahogaron las plantas. Jesús explica que estas son las personas que
escuchan la Palabra, pero las preocupaciones mundanas, el engaño de las
riquezas y los deseos desenfrenados sofocan la Palabra y la vuelven
infructuosa.
Finalmente, algunas semillas cayeron en buena tierra,
donde crecieron y produjeron fruto, algunas treinta, sesenta y cien veces más
de lo que se sembró. Jesús dice que estas son las personas que
oyen la Palabra, la reciben, la entienden y dan fruto en sus vidas.
Y Jesús concluye exhortando a aquellos que tienen
oídos para oír, instándolos a escuchar y entender la enseñanza de la parábola.
Luego, en privado, explica a sus
discípulos el significado de la parábola, resaltando la importancia de tener un
corazón receptivo para la Palabra de Dios y superar las dificultades que
podrían impedir el crecimiento espiritual.
En todo el contenido de la Parábola se puede destacar
la importancia de la receptividad y la disposición del corazón humano para
recibir y aplicar la Palabra de Dios. Muestra cómo diferentes personas responden
de manera diferente al mensaje del Reino, y cómo factores como la dureza del
corazón, la falta de raíces en la fe y las distracciones mundanas pueden
afectar el fructificación espiritual.
En el contexto del ministerio de Jesús, el sembrador
incluiría a Jesús mismo y a aquellos que más tarde seguirían su ejemplo, como
los apóstoles y otros seguidores que compartirían el mensaje cristiano. La
parábola destaca que la semilla que se siembra es la Palabra de Dios, y el
sembrador tiene la tarea de difundir esa Palabra entre las personas.
La parábola también destaca que el éxito de la siembra
depende de la receptividad del terreno que son los corazones de las personas.
Mientras que el sembrador puede esparcir la semilla, donde la tierra son las
personas que deben estar preparada para recibir y nutrir esa semilla para que
dé fruto. La parábola, por lo tanto, enfatiza la importancia de la disposición aceptable
de aquellos que escuchan la Palabra de Dios.
“Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”
Tu amiga
Mirtha Villarroel de Rocha
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