LA PARÁBOLA DEL EVANGELIO EN MATEO 20,1-16 NOS PLANTEA TRES CUESTIONES COMPLEMENTARIAS:

HAY UN PROBLEMA DE JUSTICIA. HAY UN PROBLEMA DE RESPONSABILIDAD. HAY UNA CONDUCTA DE DIOS QUE PROHIBE EL DESALIENTO Y QUE PUEDA CRISTALIZAR EN ESTA IDEA: “NUNCA ES TARDE PARA SERVIR A DIOS

La parábola de los trabajadores en la viña plantea de manera efectiva tres cuestiones complementarias que abordan temas importantes de justicia, responsabilidad y la conducta de Dios:

Problema de Justicia: El problema de justicia se presenta cuando los trabajadores que fueron contratados temprano en la mañana sienten que no se les ha tratado de manera justa, ya que recibieron la misma paga que aquellos que trabajaron mucho menos tiempo. Esta cuestión destaca la percepción humana de la justicia, que generalmente se basa en la proporción entre el esfuerzo o el tiempo invertido y la recompensa recibida. Sin embargo, desde la perspectiva divina, la justicia se basa en la gracia y la generosidad de Dios, que no se limita a nuestras métricas humanas.

Problema de Responsabilidad: La parábola plantea la cuestión de la responsabilidad en términos de los acuerdos y compromisos. Los trabajadores acordaron trabajar por un salario específico, y el propietario cumplió con ese acuerdo. Los trabajadores tempranos pueden sentir que deberían haber negociado un salario más alto, pero no lo hicieron. Esto resalta la importancia de ser responsables de nuestras propias decisiones y compromisos en la vida.

Conducta de Dios que Prohíbe el Desaliento: La parábola también ilustra la conducta de Dios que prohíbe el desaliento. A pesar de las quejas de los trabajadores tempranos, el propietario reitera que no está siendo injusto, sino generoso. Esto refleja la actitud de Dios hacia aquellos que se convierten en seguidores suyos en diferentes etapas de la vida. Dios no desanima a nadie que desee servirle, independientemente de cuándo lo hagan. La parábola comunica el mensaje de que nunca es tarde para responder al llamado de Dios y recibir su gracia.

La parábola nos desafía a reconsiderar nuestras nociones de justicia, a ser responsables de nuestras elecciones y a comprender que la generosidad y la gracia de Dios no se rigen por los estándares humanos de tiempo y esfuerzo. En el reino de Dios, el llamado a servir y la recompensa están disponibles para todos, independientemente de cuándo decidan responder a ese llamado.

Esta parábola destaca la generosidad de Dios y su gracia inmerecida. A pesar de que algunos trabajadores se quejan de que los que fueron contratados más tarde recibieron el mismo salario, el propietario (que representa a Dios) responde que tiene el derecho de ser generoso con su recompensa. La lección clave es que, en el reino de los cielos, la gracia de Dios no se basa en nuestros méritos o esfuerzos, sino en su generosidad y amor. Los que responden a su llamado en diferentes momentos de sus vidas son igualmente amados y recompensados.

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

 

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