A LOS CENTINELAS DEL DIVINO NIÑO

Querido y amado grupo:

Hoy, quiero compartir con todos ustedes un informe y una evaluación que considero necesarios para nuestro grupo. Al mirar atrás, recordamos con cariño y gratitud los 23 años transcurridos desde la creación de los Centinelas del Divino Niño. En ese entonces, no había la propagación digital que utilizamos hoy en día; nuestro encuentro espiritual se difundía de boca en boca, y la participación era voluntaria, impulsada por el amor, la devoción, el entusiasmo y la fe hacia el Divino Niño. Así nació este maravilloso grupo, unido por un profundo amor, que ha perdurado durante más de dos décadas, y hoy somos sus Centinelas.

¿Sabían ustedes que al inicio llegamos a ser más de 200 personas? Todas compartían un entusiasmo ferviente y un deseo sincero de servir al prójimo.

A lo largo del tiempo, ¿han observado cómo nuestro grupo ha ido disminuyendo en número?.

Inicialmente, experimentamos un gran entusiasmo y una participación masiva y activa, pero es importante recordar que la fe y la devoción son experiencias personales que pueden variar a lo largo de la vida. Las razones por las que algunas personas pueden perder interés o dejar de participar activamente en el grupo son diversas, como cambios en las circunstancias personales, la falta de tiempo o las distracciones cotidianas.

A pesar de estas circunstancias, quiero destacar el hecho alentador de que un grupo de personas, incluyéndome, mantiene viva la devoción al Divino Niño a pesar de los cambios y desafíos. Este núcleo de personas que permanece comprometido demuestra el amor y la fe genuina que sentimos por esta devoción.

En lugar de desanimarnos por la disminución en la participación, podemos enfocarnos en fortalecer la conexión espiritual y el amor hacia el Divino Niño dentro del grupo existente.

Además, podemos considerar algunas formas de revitalizar la devoción y atraer a más personas, como la organización de algún evento especial, actividades caritativas u otros que puedan sugerir ustedes para inspirar a otros a unirse o regresar al grupo. La fe y la devoción pueden ser contagiosas cuando se comparten con amor y autenticidad.

 En última instancia, lo más importante es mantener viva la llama de la devoción en nuestros corazones y continuar compartiendo el amor al Divino Niño entre nosotros y con aquellos que estén dispuestos a unirse o regresar a esta hermosa tradición espiritual.

Nuestra perseverancia en la fe y la devoción puede servir como un testimonio poderoso de la fuerza espiritual en la vida de las personas.

Que el Divino Niño nos bendiga y la Virgen nos proteja”.

Con mucho cariño,

Mirtha Villarroel de Rocha

Administradora del grupo

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