MES DE MAYO. DÍA 18



DÍA 18: La solución para todo

Excursión de alumnos de Primaria. Subiendo un camino empinado lleno  de barro, uno de los muchachos  cae. Una mezcla de dolor y de vergüenza le llena la cara de lágrimas y la boca de gritos desesperados, invocando la ayuda de su madre,  madre que en estos momentos se encontraba a bastantes kilómetros: ¡mamá, mamá!  Era absurdo, la madre no podría escucharle, pero también natural, porque era aún pequeño. Ahí nos damos cuenta que la madre es la solución para todo.

!Madre mía!, ojalá no deje nunca de ser pequeño. 

¿Por qué tantas veces me empeño en levantarme solo, en luchar yo solo, en sufrir yo solo. ¿Es que yo puedo solo? ¡NOOO!... necesito pedir la ayuda de la Virgen María como nuestra intercesora, Dios, le hace mucho caso porque la ama demasiado y también hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo, porque todo lo que hago, no lo puedo hacer yo solo, esforzarme  en el estudio, los éxitos en el trabajo, los buenos negocios, tener una hoja de vida superabundante que demuestre tu superación y una vida familiar llena de confort ¡Todo lo tengo!. ¿Crees tú, que es por tus propios méritos?, nada se mueve sin la ayuda del Espíritu Santo, porque es el que nos regala sus Dones, son los regalos eternos que nos envía Dios para sobrellevar la vida terrenal y cada uno va desarrollando sus talentos y/o aptitudes, los que debemos usar para bendecirnos los unos a los otros y así construir juntos una morada en nuestros corazones, para dejar entrar a Dios y a su Madre Santísima, que es la madre más grande de todas las  madres. 
Reconocer entonces, que nada se hace sin la voluntad del Señor. No olvidemos que Él tiene el control de nuestras vidas y quien intercede por nosotros, es su Madre. En todas circunstancia la podemos llamar, sin importar la edad. Además, a nosotros nunca nos separan los kilómetros... ¡Te llamaré mamita más seguido! y perdona si sólo lo hago cuando te necesito, buscando un Dios o una madre remedio, pero... ya sabes: los humanos siempre somos un poco egoístas, dejados y hasta abandonamos a nuestras  madres. ¡No me sueltes de tu mano, cuando más te necesite Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Cuídame como Tú sabes.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

Adaptado del texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote)




 


Comentarios

Entradas populares de este blog