EL HIJO DEL HOMBRE SE VA COMO ESTÁ ESCRITO, PERO, ¡AY DEL QUE VA A ENTREGARLO!
LECTURA Y REFLEXIÓN
LEE: Mt 26,14-25
Culminamos la Cuaresma, han transcurrido 40 días donde resonó a diario la Palabra del Señor llamando a la conversión.
En este día contemplamos la figura de Judas Iscariote y todos quedamos tristes y hasta enojados por su decisión de vender al Maestro, donde pudo más el amor por el dinero, que el amor por su amigo Jesús. Quizá la intención de Judas era promover en Jesús una presencia poderosa donde demuestre que realmente era el hijo de Dios, porque lo vio hacer muchos milagros. No sabemos. Y es lo que nosotros debemos reflexionar y revisar nuestra conciencia, si no estamos en la misma actitud de Judas, independientemente a lo que haya hecho de venderlo por dinero, pero debo preguntarme:¿Qué me mueve a mi a traicionar a Jesús? si cometo adultetio, si me casé con un hombre o una mujer dando el sí para toda la vida, habiendo prometido respetar la Unión conyugal en las alegrías y en las tristezas, sin embargo, le soy infiel y no quiero cambiar y hago oidos sordos a Dios, o a alguien que me dice que eso está mal. ¿Qué me mueve a mi para ocuparme del prójimo con chismes? O no ser fiel a la confianza que nos dio un amigo y lo juzgamos. Qué movió a ese feminicida que se ensañó contra una mujer quitándole la vida.
Estamos a tiempo para decirle al Señor ¡Aquí estoy! ¡Quiero cambiar Señor! ¡Quiero seguirte! Porque no sería justo haber escuchado todos los días ese llamado a cambiar de vida, reconocer nuestros pecados, convertirnos y llegar al Triduo Pascual sin confesarme. Llegar a la Misa de la última cena del Señor con las manos impregnadas por haberlo traicionado y de hecho, no poder servirnos el alimento en la Santa Eucaristía.
Eso no quiere decir que no amo al Señor, claro que lo amo, pero a mi manera, haciendo dormir mis debilidades. Para celebrar estos acontecimientos tan dolorosos que Jesús padeció por nuestros pecados y su muerte fue sólo por amor y a la vez de gran alegría por la resurrección del Señor, es necesario la Conversión, es dejar en el pasado ese apego desordenado a alguna realidad que nos golpea el corazón y ese es el pecado.
Vivamos una fe renovada, que Dios anide en nuestro corazón después de haber escuchado su llamado insistente a la conversion durante esta Cuaresma, de manera que podamos tener una vida totalmente libre, si confesamos nuestro pecado y podamos recibir la Gracia de Dios.
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