LA CORRUPCIÓN AZOTA A LA HUMANIDAD A LA PAR DEL CORONAVIRUS
TOQUE ESPIRITUAL
LA CORRUPCIÓN AZOTA A LA HUMANIDAD A LA PAR DEL CORONAVIRUS.
Causa mucho dolor, pero no es sorprendente, como tampoco es ajeno para nadie los escándalos por corrupción, denuncias de coacción, tráfico de influencias, uso indebido de bienes. Esa corrupción política con conflictos de intereses, la ineficiencia de los gobiernos que representan a los países, incluyendo el nuestro, muchas veces mienten, engañan o actuan en su propio beneficio, contra los intereses de las personas a quienes representan. Todos esos escándalos llenan los medios de comunicacion, delitos que indignan al ciudadano de a pie, más aún cuando son cometidos en plena crisis sanitaria, mientras centenares de personas mueren al día u otros, mueren hasta de hambre. Si bien sabemos que la corrupción es una mala práctica que lleva siglos de historia y parece inherentes al ser humano.
Las personas que cometen estas acciones delictivas, tienen un origen, como la falta de educación o una cultura de compromiso, paradigmas distorcionados y negativos, con una percepción sesgada del grado de corrupción y la infravaloración de la posibilidad de ser descubiertos.
Si nos remontamos a la antigüedad y hablando bíblicamente, la corrupción y la opresión ya eran denunciadas por el Profeta Amós, que está inserto en el Libro de este profeta que recoge las cinco visiones proféticas del juicio de Dios contra Israel. Este Profeta un hombre sencillo, pastor y recolector de higos, acusado por el sacerdote Amasías ante el Rey de Israel Jeroboam, es enviado por el Señor para llevar el mensaje que denuncia esta situación y profetiza la destruccion de Israel.
Nuestra sociedad humana está regida por una serie de instituciones organizadas, establecidas por normas vinculantes, se rige por sus valores y su fin es el bien común.
Dios no es ajeno al ser humano ni a lo creado, pero hay quienes se consideran propietarios de la voluntad de un pueblo y no aceptan reclamos, no aceptan mensajes que claman, sea escuchada su voz y poder manifestar sus angustias. Actualmente muchas personas individual o socialmente no están dispuestas a dejarse cuestionar.
Pero la dimensión social de la fe "no se puede silenciar". La Palabra de Dios es clara y directa, la voluntad de Dios es el bien común de sus hijos y de todos sus hijos sin excepción. Y aquellos que atenten contra el bien común, privilegie sus intereses particulares, provoque injusticias y no proteja a los más débiles debe ser "denunciado".
Una auténtica fe que nunca es cómoda ni individualista, siempre implica un profundo deseo de transmitir valores y de dejar atrás huellas profundas en nuestro paso por este mundo para ejemplo de las nuevas generaciones, y como hombres y mujeres de fe, esperamos encontrarnos con el Señor dador de vida y gozar del paraíso eterno.
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