BOLIVIA, ¡DESPIERTA CON FE Y ORA POR LA PAZ!
Hoy Bolivia sangra. Llora
por sus hijos caídos: policías, jóvenes, hermanos bolivianos que han perdido la
vida por defender la paz y la democracia que nos pertenece a todos. Sangra por
la violencia injusta nacida de ambiciones personales que pisotean la
Constitución Política del Estado, que ignoran la voz del pueblo y que
desprecian la vida misma.
¿En qué momento dejamos de
escucharnos? ¿Cuándo se volvió más importante una candidatura que la dignidad
de las personas? Hay quienes hoy se dejan manipular porque han perdido el
sentido de Dios, porque no conocen lo que es el amor al prójimo, porque el
poder los enceguece y el odio los alimenta.
Pero aún hay esperanza. Un
pueblo que ora, es un pueblo que se levanta. La paz no se impone con armas ni
se firma con discursos vacíos: la paz se
conquista de rodillas, clamando al cielo con el corazón arrepentido y unido.
Hoy hago un llamado a la
cordura, aun sabiendo que mi voz es pequeña, que quizá no llegue a donde
realmente debería. Soy una ciudadana más, sin poder, sin micrófonos, sin
influencia. Escribo desde el dolor, con llanto desde el amor a mi tierra, y
muchas veces mis palabras no trascienden más allá de un post en redes sociales.
Pero si al menos llegan a un corazón dispuesto a reflexionar, a una conciencia
abierta a la verdad, entonces no he escrito en vano. Porque no podemos seguir
construyendo nuestra Bolivia sobre tumbas, sobre miedo, sobre división. La verdadera fuerza no está en las armas ni
en los cargos, sino en la unidad, en el respeto, en la justicia, en el perdón,
en el clamor de un pueblo que ora con fe.
Bolivia, vuelve tu rostro a
Dios. Que tu grito no sea de guerra, sino de súplica. Que tus manos no se
levanten para herir, sino para orar. Que tus jóvenes no mueran en vano, sino
que su memoria despierte la conciencia dormida de quienes aún pueden cambiar el
rumbo.
¡Paz para Bolivia! Pero no
una paz maquillada, sino una paz nacida de corazones nuevos. Y eso solo lo
logra solamente Dios que todo lo ve, todo lo juzga y todo lo transforma. Una paz
nacida de corazones nuevos. Una paz que se construye con lágrimas, con memoria,
con dignidad...Con el clamor de las madres que hoy entierran a sus hijos. Con
el silencio de los hogares que esperaban un padre que no volverá. Con la
oración de un pueblo que, aunque herido, aún cree en el milagro y en la existencia
de Dios.
Que el llanto de Bolivia no
sea en vano. Que la sangre derramada despierte a los que duermen. Y que Dios,
en su infinita misericordia, incline su oído a esta tierra herida y le devuelva
el abrazo fraterno que hoy tanto necesita.
Porque cuando el pueblo se arrodilla,
el cielo se inclina. Y cuando el pueblo ora, los corazones de piedra pueden
volver a latir. Que se escuche fuerte desde cada rincón:
¡Señor, ten piedad de Bolivia!
Devuélvenos la paz, el respeto y el amor verdadero.
Haznos hermanos de nuevo…
¡Que el Señor
nos bendiga y la Virgen nos proteja!
Tu amiga
Mirtha Villarroel de Rocha
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