LA CUARESMA NOS INVITA A VIVIR TRES PRÁCTICAS CENTRALES, LA ORACIÓN, EL AYUNO Y LA LIMOSNA.

La Cuaresma nos invita a vivir con profundidad y autenticidad estas tres prácticas fundamentales como sol la oración, el ayuno y la limosna. No se trata sólo de realizar estos actos por el simple hecho de cumplir con una obligación religiosa, la expresión genuina de amor hacia Dios es con la oración, al prójimo con la limosna y el ayuno deber nacer de un corazón sincero y humilde.

La Cuaresma es un tiempo de reflexión y conversión interior, en el que se busca fortalecer nuestra relación con Dios y crecer en el amor y la solidaridad hacia los demás, el peligro está en hacer estas prácticas con el fin de recibir reconocimiento o aplauso, lo cual desvirtúa su verdadero propósito.

Cuando practicamos estas acciones con sinceridad, buscamos que cada una de ellas nos acerque más a Dios y nos impulse a ser más compasivos y generosos con aquellos que nos rodean, sin esperar nada a cambio. Es un tiempo de purificación, de desapego y de crecimiento espiritual.

LA ORACIÓN: La oración es nuestra comunicación directa con Dios, es un encuentro personal y transformador. Durante la Cuaresma, se nos invita a redoblar este acto de cercanía con Él, pero no sólo en palabras, sino con el corazón. Jesús mismo nos enseña a orar con humildad y autenticidad, no buscando reconocimiento ante los demás (como en el caso de los fariseos que oraban en público para ser vistos, según nos relata el Evangelio). La oración legítima tiene que brotar de un corazón sincero que busca la voluntad de Dios, el perdón y la paz interior.

EL AYUNO: El ayuno en Cuaresma no se trata de privarse de comida como un simple sacrificio o una forma de auto-mutilación. El ayuno tiene un propósito más profundo, nos ayuda a liberarnos de las ataduras del cuerpo y de los placeres materiales para centrarnos en lo espiritual. Al privarnos de algo que nos gusta, como la comida o algún otro tipo de confort, podemos pensar en los que tienen menos y reflexionar sobre nuestras propias prioridades y deseos. Sin embargo, el ayuno también nos invita a fortalecer nuestra voluntad para vivir de acuerdo con lo que realmente importa. El ayuno debe ser realizado con humildad y sin que nadie lo note, ya que el verdadero propósito es acercarnos más a Dios y a la conversión interior.

La limosna: La limosna, o la caridad verdadera, nos invita a ser generosos con los demás, es la que brota del corazón, un corazón que se conduele por el sufrimiento ajeno cuando ves a un enfermo, a niños que no tienen alimentos y buscas cómo aliviarlos sin esperar nada a cambio. Durante la Cuaresma, estamos llamados a ayudar a quienes sufren, ya sea con dinero, tiempo o esfuerzo. Pero la clave aquí, como en las otras prácticas, es hacerlo sin buscar reconocimiento ni orgullo. Jesús también nos advierte en el Evangelio que no hagamos caridad de forma ostentosa, sino en secreto, "para que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha" (Mateo 6,3).

La oración, el ayuno y la limosna deben ser actos de amor, no de ostentación o búsqueda de ponderaciones. Y al vivirlos con humildad y sinceridad, podemos experimentar una verdadera transformación, que nos lleve a ser más como Cristo, quienes amamos a Dios y a los demás de manera innegable.

¡Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja!

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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