NO DEBEMOS PEDIR QUE DESAPAREZCAN LOS MALOS, SINO, PIDAMOS QUE DESAPAREZCA EL MAL.

 NO ES PEDIR QUE DIOS ARRASE A LOS MALOS, SINO QUE LOS CONVIERTA.

Pedir que desaparezcan las personas malvadas no es el enfoque adecuado, ya que todos somos seres humanos con la capacidad de cambiar y crecer. En lugar de desear la destrucción de los malvados, es más constructivo y coherente con los principios espirituales pedir que el mal en sí mismo sea erradicado y que aquellos que actúan mal puedan cambiar y encontrar la redención.

Dios es un Dios de misericordia y amor, y Su deseo es que todos los seres humanos encuentren el camino hacia la rectitud y la bondad. Pedir que Dios convierta a aquellos que hacen el mal es un acto de compasión y esperanza en la capacidad de cambio y transformación que todos tenemos.

La conversión y el arrepentimiento son conceptos fundamentales en muchas tradiciones espirituales. Creer en la posibilidad de que alguien cambie y se aleje del mal no solo es beneficioso para esa persona, sino también para toda la familia y la propia comunidad. Es recordar de que todos estamos en un viaje de crecimiento y aprendizaje, y que incluso aquellos que han hecho cosas terribles pueden encontrar la luz y la redención.

En lugar de buscar venganza o destrucción, el enfoque espiritual busca la sanación y la restauración. Es un llamado a la comprensión, el perdón y la búsqueda de la justicia y la paz. Es un recordatorio de que, en última instancia, es el mal el que debe ser vencido, no las personas que han caído en él.

Lo que debemos hacer es rezar y desear que el mal sea erradicado, que aquellos que hacen el mal encuentren la conversión y la redención, con esas acciones nos unimos a la voluntad de Dios y participamos en la construcción de un mundo mejor y más compasivo.

Que el Señor nos bendiga y la Virgen nos proteja”

Tu amiga

Mirtha Villarroel de Rocha

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