QUIERO UN MILAGRO Y NO PONGO MI ESFUERZO

 LECTURA Y REFLEXIÓN 

LEE: Jn 4,43-54

VUELVE A CASA,TU HIJO ESTÁ CURADO 

Jesús regresó al lugar donde hizo su primer milagro  convirtiendo el agua en vino, en las Bodas de Caná de Galilea y entre la multitud se abre paso un funcionario para pedirle que cure a su hijo que estaba muriendo, el Señor fue duro con él, al decirle que piden signos o milagros para recién creer en su Palabra. La humildad y constancia para seguir rogando por la curación de su hijo, dio lugar para que  Jesús  lo escuchara  y le diga   "vuelve a casa, tu hijo vive".

Cuántas veces nosotros pedimos un favor de Dios, un milagro ante tribulaciones,  enfermedades, falta de un trabajo digno, dificultades de diversa índole y queremos ¡ya! de inmediato, hasta solemos  decir,  Dios no me escucha, quiero acercarme y lo siento lejos y nos echamos atrás, pero si no ponemos  esfuerzo alguno, pronto nos desanimamos, no somos perseverantes en nuestros  ruegos, estamos  fuera del camino que nos conduce a la salvación y el Señor no quiere eso para nosotros,  porque Él murió en una Cruz para darnos vida eterna. 

No olvidemos que el maligno está al acecho y por eso  tenemos que estar atentos para no perder la esperanza y la fe. Tenemos que ser perseverantes en la Oración, en la caridad, en los sacrificios   no hay que desistir, debemos orar en todo momento, sin desfallecer hasta conseguir lo que pedimos según su santa voluntad porque es Él quien controla nuestra vida.

¿Cuál es nuestra situación actual que hoy vivimos? ¿Estamos cumpliendo con los Mandamientos para poder llevarnos a la Conversión que día a día  Dios nos llama a través del Evangelio?

Estamos llegando a la cuarta semana de Cuaresma y aún decimos ¡Te amo y creo en ti Señor!, pero sigo en el mismo pecado, no me confieso. Es que estamos desaprovechando lo más valioso del tiempo cuaresmal, no nos  mueve la Palabra del Señor, no la meditamos, menos ponerla en práctica. 

Que nuestro corazón no se endurezca ante el Evangelio, ante lo que nos pide Jesús, la Conversión, nuestro arrepentimiento, una buena confesión, hoy es la oportunidad, no la despreciemos y seamos perseverantes en la Oración, en las Obras de Misericordia y fieles a su palabra,  para sentir en nuestra vida, en nuestra familia la alegría de regresar a casa,  de ser testigos de la actualización de los milagros del Evangelio,  pidamos que se quede arraigado  en nuestros corazones y nuestras vidas con el propósito de ser fieles a su mensaje de salvación.

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